al momento comprendí
que estaba muerta,
que solo era un cadáver.
Tenía dos huecos,
había sido asesinada
de esos dos tiros en la espalda,
que hacían juego con sus ojos.
Su sangre se esparcía
en un gran charco rojo
ese liquido tan espero,
manchaba ya la calle.
Recuerdo que era hermosa,
era de tez morena
tenía unos ojos grandes,
mostraba toda su juventud.
La observe unos momentos,
posiblemente por morbo,
le di una mordida a mi chocolate,
di una última vista, di vuelta y me retire.
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